Si pudieran hacer algo para que menos bebés enfermen y mueran, ¿lo harían?
Si estuviera en sus manos la posibilidad de disminuir el número de casos de cáncer de mama, útero y ovario, ¿la tomarían?
Si pudieran vacunar a las niñas y niños contra enfermedades como la obesidad, la hipertensión o la diabetes, ¿los vacunarían?
¿Se atreverían a implementar un plan de largo plazo para incrementar la inteligencia de las niñas y niños en México?
Y por último, si alguien les ofreciera un negocio en donde por cada peso que invirtieran les regresaran tres pesos, ¿invertirían?
Si su respuesta a cualquiera de estas preguntas fue sí, ¡felicidades!, todas son razones suficientes para apoyar, promover, proteger e invertir en la lactancia materna de manera sostenida y pueden ser una realidad.
La evidencia es contundente e indica que una forma altamente efectiva de reducir las enfermedades y muertes en bebés; disminuir la probabilidad de cáncer de mama, útero y ovario; prevenir la obesidad, la diabetes y la hipertensión desde la infancia, e incrementar el coeficiente intelectual de las personas es la lactancia materna exclusiva en los primeros 6 meses de vida y complementaria hasta los 2 años o más, y pueden escucharlo en voz de los expertos en el micrositio del 8° Foro Nacional de Lactancia Materna. “Facilitando la lactancia en todos los espacios” realizado el pasado 23 de agosto.
Pero, ¿cómo podemos apoyar la lactancia materna para obtener esos maravillosos resultados? Hoy quiero abogar específicamente por una medida muy concreta para facilitar la lactancia exclusiva al menos los primeros 6 meses de vida: las licencias de maternidad.
Supongamos que estás esperando un bebé. Estás en la semana 36 de gestación y todavía te faltan 4 semanas para llegar a tu fecha de término. Estás agotada, sientes que tienes un tamaño descomunal y que tus piernas se convirtieron en dos troncos imposibles de moverse. No puedes dormir durante la noche y durante el día cargas con el insomnio de todo el embarazo. Ya no puedes estar mucho tiempo sentada, pero te agotas rápidamente al estar de pie. Ni qué decir de la incomodidad y el riesgo que significa ir en transporte público de un lugar a otro con esas dimensiones y en esas condiciones. Así que decides empezar tu periodo legal de incapacidad por maternidad, sabes que eso reducirá tu tiempo con tu bebé al nacer, pero de verdad ya no puedes más.
Tu bebé nace después de varios días de un trabajo de parto largo y complejo. Te sentiste entre la vida y la muerte en varios momentos, pero ahora le tienes en los brazos. Los primeros días la adrenalina te mantiene despierta a pesar del agotamiento. Estás luchando por mantener a ese bebé con vida y alimentarlo no es tan fácil como parece. A tu bebé le cuesta agarrarse al pecho, sientes que no está comiendo lo suficiente, llora muchísimo o se duerme en cuanto empieza a comer. Baja de peso y te sientes tremendamente angustiada.
Tu esposo sólo tuvo 5 días de licencia de paternidad, pero no los tomó por pena con su jefe y colaboradores. Los primeros días vino tu mamá a cuidarte, pero ya está grande y enferma, así que sientes que más bien la debes cuidar tú a ella. Sientes la carga de todo el mundo sobre tus hombros. No hay quien haga la comida, lave la ropa o te ayude con el bebé. Te sientes sola, impotente y desesperada. Y además sientes que no llenas al bebé. Casi por un milagro perseveras, viste unos videos de YouTube y lograste resolver algunas de tus dudas y problemas con la lactancia.
Y así, de pronto, ya pasaron 2 meses y se acabó tu licencia de maternidad. Tienes que regresar al trabajo. Haces cuentas, tomaste 4 semanas antes del parto y 8 después. Ahí están las 12 semanas que el Gobierno mexicano determinó que son suficientes para prepararse para el parto, tener al bebé y reincorporarte. No te sientes lista de ninguna forma. No tienes idea de qué vas a hacer con tu bebé. Nadie te ha dicho cómo podrías prepararte para mantener tu lactancia cuando tendrás que estar entre 8 y 12 horas lejos. Así que te ves obligada a suspender la lactancia que tanto te costó y a dejar a tu bebé al cuidado de una vecina porque la guardería del IMSS no tiene cupo.
Estas decisiones individuales moldeadas por la política gubernamental parecen tremendamente injustas desde la mirada de las personas y absolutamente irracionales desde la mirada de la política pública.
A los 2 meses de edad un bebé humano no sólo necesita de la leche de su madre como único alimento -ya que no hay fórmula que se equipare a la leche humana en contenido, calidad, y beneficios en el corto, mediano y largo plazo-, requiere además de sus padres para sostenerlo, cuidarlo, hablarle, darle seguridad y muchísimo amor. Y esto no es cursilería, la ciencia del desarrollo infantil temprano ha generado mucha evidencia sobre cómo estos elementos son esenciales para construir el cerebro de las personas y programar sus sistemas metabólicos. Pero en este país se ha establecido que es socialmente conveniente dejarlo a los 2 meses de vida al cuidado de alguien más sin resolver necesariamente al cuidado de quién. Y ahí nos enfrentamos a otro problema, la baja disponibilidad y calidad de los espacios de cuidado infantil en México.
El primer año es determinante para el bebé. Su salud, su inteligencia, su capacidad y su seguridad se programan en los primeros meses y años de su vida. ¿No deberíamos como sociedad invertir el máximo de nuestros recursos disponibles en garantizar a cada niño y niña el mejor comienzo posible? ¿No le debemos suficiente a las mujeres como para reconocer y retribuir la gigantesca aportación que hacen al país al decidir amamantar a sus bebes?
Ampliar la Licencia de Maternidad de 12 a 24 semanas implicaría alrededor de 7 mil millones de pesos adicionales a los que hoy se invierten en este rubro; pero hay investigaciones, como la de la Dra. Mishel Unar del Instituto Nacional de Salud Pública, que indican que las prácticas inadecuadas de lactancia materna en México hoy nos cuestan 200 mil millones al año. La matemática parece sencilla.
La inversión que haría el Gobierno Mexicano en ampliar las licencias de maternidad se recuperaría a través de enormes ahorros en atención en salud para bebés, niñas, niños y mujeres en México. La evidencia es sólida. Las cuentas ya están hechas. Lo que necesitamos es voluntad política. Necesitamos acelerar la agenda, hemos avanzado en 10 años, pero no es suficiente. ¡Basta de pretextos! Alcemos la voz para que nos escuchen en el ejecutivo, legislativo y las empresas, ¡es nuestro derecho! ¡Hagámonos escuchar!