La lactancia materna es esencial para garantizar la salud y el bienestar de los niños, niñas y sus madres, y contribuye a alcanzar varios objetivos de la Agenda 2030, incluyendo garantizar modalidades de consumo y producción sostenible (ODS 12). Al ser un alimento natural y renovable, la lactancia materna es la forma de alimentación más respetuosa con el medio ambiente en los primeros años de vida, ya que produce cero residuos y su huella ambiental es mínima.
Por el contrario, la fórmula comercial infantil tiene una mayor huella ambiental que la leche materna, principalmente a la producción de leche cruda, pero también por la producción de aceite vegetal, el procesamiento de lácteos, el transporte, el procesamiento y envasado de fórmulas, el transporte hasta el punto de venta, la esterilización, la preparación y la producción de biberones.
Diversos estudios muestran que la huella de carbono de un kilo de fórmula comercial infantil preparada es el doble que un kilo de leche materna, aun considerando el aumento de 500 kilocalorías diarias en las necesidades energéticas de las madres que amamantan exclusivamente. Se estima que un kilogramo de fórmula infantil preparada produce entre 11 y 14 kg de dióxido de carbono equivalentes, mientras que un kilogramo de leche materna produce entre 5.9 y 6.9 de dióxido de carbono equivalentes.
La huella hídrica por cada kilogramo de fórmula infantil utilizado, desde la producción de leche cruda hasta el lavado de biberones, requiere en promedio 699 litros de agua azul (agua extraída de fuentes superficiales o subterráneas) y puede alcanzar hasta 4,000 litros de agua. Esto aunado a otras consecuencias ambientales causadas por la producción y el consumo de fórmulas infantiles, como la contaminación de vías fluviales y suelos, la pérdida de biodiversidad, el uso de recursos limitados y los desechos de envases.
De acuerdo con la Red Internacional de Acción sobre Alimentos Infantiles (IBFAN), se estima que anualmente en Estados Unidos se desechan 550 millones de latas, 86,000 toneladas de metal y 364,000 kg de papel procedente de envases de fórmula, cifra que aumenta cada año por la demanda de fórmulas comerciales infantiles.
En conclusión, la lactancia materna es un sistema de alimentación sostenible que no genera residuos, produce mínimas emisiones de gases de efecto invernadero y tiene una huella hídrica muy baja, en comparación con la alimentación artificial con fórmulas comerciales infantiles que tiene un alto impacto ambiental.
Por ello, las Guías Alimentarias Saludables y Sostenibles 2023 para población mexicana recomienda la lactancia materna exclusiva en los primeros 6 meses después del nacimiento y su continuación hasta los 2 años o más como base para una alimentación saludable y sostenible.
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