Cuando analizamos los principales problemas de México, relacionados por ejemplo con enfermedades crónicas, con la falta de escolaridad, de productividad; cuando observamos los altos índices de embarazo adolescente, de violencia e inseguridad que parece no tener fin, casi nunca pensamos en que todos estos problemas nacionales tienen un factor de origen en los primeros años de la vida.
Infinidad de estudios de diversas disciplinas han demostrado que las atenciones e intervenciones a las niñas y niños de 0 a 6 años tienen importantes impactos en la vida de los individuos. Particularmente, los trabajos realizados por James Heckman, Premio Nobel de Economía, (https://heckmanequation.org/) han demostrado que las inversiones en primera infancia son las que generan los retornos más altos de inversión, por el desarrollo del capital humano que representan. En ese sentido la recomendación siempre es invertir la mayor cantidad posible de recursos en la primera infancia, máxime si los recursos son escasos (situación que prevalece en el país, los estados, los municipios y las familias mismas).
A pesar toda esta evidencia, la vida de las niñas y los niños en primera infancia ha sido considerada como un asunto privado, doméstico y de poco interés en la agenda pública.
Afortunadamente esto está cambiando paulatinamente en términos generales. Hoy México cuenta con la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia (ENAPI) y una Ruta Integral de Atenciones para la Primera Infancia (RIA), que es un conjunto de 29 atenciones a las que deben tener acceso TODAS las niñas y TODOS los niños, desde el vientre materno y hasta que cumplan 6 años, para garantizar el ejercicio efectivo de todos sus derechos y con ello el máximo desarrollo potencial de sus capacidades. Esto implica desde luego, un esfuerzo del Estado Mexicano para identificar a las niñas y niños, sus familias y comunidades que presentan mayor vulnerabilidad y por tanto mayor necesidad de la intervención de las políticas públicas.
En cuanto a los progresos de la agenda pública en materia de primera infancia nos encontramos también ante una paradoja: por un lado, tenemos la ENAPI y la RIA y por el otro estamos ante un paulatino y progresivo debilitamiento y desaparición de programas relacionados con las políticas públicas para la primera infancia.
Cada una de las políticas públicas que se requieren, demandan de recursos humanos y materiales que se traducen necesariamente en presupuestos públicos y, desde luego dependen de la voluntad política.
En este momento en que usted lee estas líneas, hay 32 secretarías de Finanzas Estatales y una Secretaría de Hacienda Federal, construyendo los proyectos de presupuesto para el Ejercicio 2023. A estos tomadores de decisión les hacemos un llamado urgente: toda la evidencia que la ciencia en diversas disciplinas nos puede dar, apunta a que la inversión en primera infancia es la más redituable y por lo tanto la más recomendable, sobretodo, en contextos de escasez de recursos (por si usted, tomador de decisión, pensaba pretextar sobre la escasez de recursos).
Entonces el llamado es a que INVIERTAN en las atenciones que requieren las niñas y los niños en sus primeros años; no hay que inventar el agua fresca, aquí está la Ruta Integral, se las dejo a la mano para que no anden buscando.
Sería inexplicable que no lo hicieran.
Para los diputados federales y locales tenemos otro llamado: si usted ve que el proyecto de presupuesto que presenta el ejecutivo NO tiene inversiones suficientes para la primera infancia, ejerza su facultad de modificar el presupuesto y su obligación de representar a su electorado. Aquí hay un llamado claro de la sociedad que usted representa. Le recuerdo que usted NO representa a su partido político ni al titular de su Ejecutivo. NOS REPRESENTA A NOSOTROS.
Por último, tenemos un llamado a los ciudadanos, quienes son padres, madres o cuidadores primarios de las niñas y los niños: No olvide que usted manda. Hágalo saber a sus gobernantes y a sus representantes. SEA CIUDADANO, no se limite a ser el pueblo gobernado.