La pobreza incide en las vidas de tantas personas a nivel mundial que debería escandalizarnos, sin embargo, parece que ya nos acostumbramos, vemos el fenómeno a la distancia y sólo nos incomoda cuando se aparece en nuestra vida personal.
En México, poco más de la mitad (54.3%) de niñas y niños menores de 6 años se encuentran en esta situación, alrededor de 6.6 millones están experimentando carencias en aspectos fundamentales de sus vidas.
Además, 1 de cada 10 personas menores de 6 años (11.9%) se encuentra en pobreza extrema, lo que implica que en el país hay alrededor de 1.4 millones de niñas y niños menores de 6 años que presentan al menos tres carencias sociales y los ingresos familiares no alcanzan ni para comer.
Detrás de las cifras hay historias de niñas y niños vulnerables, para ellos la pobreza no es sólo un número, es una realidad que limita sus oportunidades y amenaza su desarrollo adecuado.
La falta de recursos para cubrir sus necesidades básicas limita su potencial y los expone a un mayor riesgo de perpetuar el ciclo de pobreza.
Existe una amplia desigualdad en los niveles de pobreza entre las diferentes entidades del país, las ubicadas en el centro-sur suelen presentar porcentajes más elevados de pobreza en comparación con las entidades del norte.
Esta disparidad geográfica requiere una atención específica y políticas focalizadas para reducir las brechas y garantizar igualdad de oportunidades para todas las niñas y niños, sin importar su lugar de residencia.
Combatir la pobreza en primera infancia exige un compromiso firme y sostenido por parte de todos los actores involucrados, principalmente del Estado.
En México se han realizado algunos esfuerzos para enfrentar esta problemática.
Uno de ellos es la medición de la pobreza, llevada a cabo bienalmente por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL).
Esta evaluación considera principalmente dos dimensiones: el bienestar económico y los derechos fundamentales (distingue 6 de ellos: educación, salud, seguridad social, vivienda, servicios básicos y alimentación).
Por otro lado, la oferta programática del Estado es limitada. Existen dos programas principales:
1. Programa de Becas para el Bienestar Benito Juárez de Educación Básica, el cual otorga $875 pesos mensuales durante 10 meses por familia que tienen hijas, hijos o menores de edad a su cuidado, estudiantes de educación inicial, preescolar, primaria o secundaria inscritos en escuelas públicas de modalidad escolarizada en localidades indígenas, con menos de 50 habitantes, con ingresos familiares insuficientes para cubrir las necesidades básicas de las y los menores de edad a su cuidado.
2. Programa para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras, que busca contribuir a mejorar el ejercicio pleno de los derechos mediante transferencias económicas de $1,600 pesos bimestrales a niños y niñas menores de 4 años; y $3,600 pesos bimestrales a niñas y niños menores de 6 años con alguna discapacidad.
A pesar de que los programas están destinados al cuidado, atención y educación, sus acciones se limitan a brindar apoyo económico, es decir, a fenómenos multidimensionales se les atiende incipientemente de forma unidimensional.
¿Qué necesitamos?
a) Trabajo digno, con prestaciones superiores a las que ofrece la Ley y sueldos mayores a los mínimos actuales, además de reducir la presencia de la informalidad; b) Reconocer el trabajo no remunerado, ya que la crianza y el tiempo destinado a cuidados y labores domésticas no es reconocido por los gobiernos; c) Ofrecer servicios de calidad en salud, educación, seguridad social, acceso a servicios básicos y de vivienda, así como espacios públicos dignos y libres de violencia; d)Disminuir la desigualdad y violencia en el país; e) Es crucial reconocer a las niñas y niños como portadores de derechos por sí mismos y destinar recursos para lograr el ejercicio pleno de sus derechos.
En las infancias se encuentra la clave sobre la cual se construye un país próspero, justo e incluyente. No deberíamos permitir que millones de niñas y niños en México crezcan en condiciones de privación y desventaja.
En la actualidad todos vivimos las consecuencias de que no se construya ciudadanía desde la infancia, ¿cómo esperamos que en un futuro las niñas y niños no sean indiferentes a nosotros si nosotros lo fuimos hacia ellos?